El Refugio del Destino, ustedes saben
que es un espacio para conocer personajes de nuestra cultura,
de nuestro arte, de nuestra música, que nos cuentan como han
llegado a refugiar el destino que ellos eligieron o que los
eligió a ellos para esta vida. Hoy tengo el enorme gusto de
compartir la primera entrevista, a pesar de que estamos muy
contactados a través de la difusión que él hace y de la
lectura que él hace de nuestra información cotidiana, con el
señor Marcelo Arce.
Y lo del destino es cierto, marca y a veces
lo encuentra uno o el destino lo encuentra a uno. Y pasó así
también en mi caso, y ese destino hizo que hoy pueda jugar con
esto que hago y compartirlo con gente sensible como usted.
Este destino que no solo esta por la
pasión de no solo saber, sino enseñar música clásica a
aquellos que saben un poco o a aquellos que no saben nada y
desean aprender. ¿Nació hace cuánto tiempo?
Hace mucho tiempo, pero antes que nada
aclaro: lo que hacemos es para los que no sabemos música. Es
que hay que bajar y llegar a todos, entonces nos ponemos a la
altura de todos. Y no es música clásica, sino clásica música,
porque involucramos todo, el jazz, el buen tango, el buen
clásico, en síntesis: la buena música.
Y nació cerca de los 12 años. Me gustó el
juego suyo de que el destino a veces nos toca y a veces nos
busca. El día que yo nazco de la casa salen el piano de cola y
las partituras. Mamá no quería que ningún músico fuese músico.
Y el primer hijo, pese a que ella lo negó, a los 12 años se le
reveló como músico. Bueno o malo eso lo dirá el tiempo. Y esta
pasión por trasmitir y encontrar esta vuelta de rosca para que
la gente se acerque más a la música nació en la facultad donde
yo estudiaba derecho, en el año 75. Quien se ocupaba allí de
los eventos culturales me cuenta preocupado que los jóvenes no
se acercaban a los conciertos, que eran celebres conciertos en
la facultad de derecho. Y bueno ¿qué se puede hacer? Lo que
ocurre es que como no lo comprenden no se acercan. Y bueno, me
dice: ¿por qué no inventa algo para que sus compañeros se
acerquen? Y así lanzamos un curso con un título un poco cursi,
pero que se impuso en ese momento que es “Hacia la música”,
hubo 350 inscriptos y bueno invente un método pata trasladar
lo que dice la música, que significa la obra, lo que narra,
los símbolos que tiene, y para que todos solamente a partir de
la sensibilidad posamos disfrutar mejor que esto que es parte
del arte.
¿Qué quedó del derecho
aquel?
Quedaron dos carreras, no sé como, porque
hice también la de notariado y después como era previsible,
terminé las carreras pero no ejercí la profesión.
Abandone todo por esto y creo que por la
gratificación que brinda no me equivoque y cada día la
fidelidad de la gente me lo ratifica.
¿Esto quiere decir que también se
puede vivir de la música si uno se apasiona por
ello?
Por supuesto. Yo creo que se puede vivir por
todo aquello por lo que uno siente pasión, voluntad y
esfuerzo. Estamos en una Argentina complicada, entonces hay
que buscar los medios y los instrumentos, en mi caso sería
así.
Hace un rato decía “el buen clásico”,
“el buen jazz”. Decir “el buen clásico” es casi un desafío,
para todos aquellos que son amantes de la música clásica. ¿No
suena un poco fuerte calificar que hay buena y mala música
clásica?
En todos los estilos hay buena y mala música.
También hay música de la llamada clásica, música muy
superficial, que no es nada más que la combinación de oficio,
entonces existe también buena y mala música.
Dentro de los apasionados de la
música y de los que se consideran mas “sabiondos” de todo
esto, seguro que hay estilos muy marcados, y una forma de ver
esto como muy selecto, quizás en algunos casos que pueden, me
imagino que hasta sentirse ofendido cuando alguien quiere
acercarle el conocimiento de la música al que no sabe
nada.
Pasa, de hecho decimos que está dedicado a
los que no sabemos nada de música. No al “melomaníaco”, que es
una sub-especie de los que aman la música, aquel que sabe a
que hora Caruso dio tal nota en una representación. Y sin
embargo dentro de esa gente encontramos muchísima gente que
cree conocer la obra en profundidad, y a veces es una obra tan
conocida y tan popular como “Las 4 Estaciones” de Antonio
Vivaldi, y sin embargo no conocen lo que transcurre dentro de
ella.
¿Es la radio un buen canal para este
tipo de comunicación?
Cuando estaba en la facultad dando aquel
famoso curso “Hacia la música”, cuando comenzó esta
maravillosa vorágine. Hoy tengo 14 ciclos en la actividad.
Resulta que va alguien de la vieja Radio nacional a ver una de
las charlas y me invita a que haga un programa. Yo nunca había
hecho un programa de radio. Claro, yo desarrolle un método
gestual que lo sigo aplicando, que va orientando al
espectador, sobre una especie de orquesta imaginaria. En aquel
momento digo: ¿cómo hago para trasladar esto a a la radio?
Tuve que empezar a buscar un nuevo método en donde la voz va
entrando en diferentes pausas que me deja la música y que me
permiten anticipar el concepto y la descripción, etc, etc. A
los pocos meses sacamos el Santa Clara de Asís, que esto
surgió dos veces en lo que va de la carrera. Después tuve la
inmensa fortuna que me llamaran de mi querida casa que es
Radio Del Plata. Ahí comenzó y siguió con “El paraíso”.
¿La música puede acompañar otros
momentos o hay que concentrarse en la música?
Se puede perfectamente y existe “música”,
entre comillas, ambiental para cada función. Y hasta hemos
hecho una lista de música para determinadas ocasiones. La
cita, el almuerzo, el té, la peluquería. Hay dos grandes tipos
de música: la música abstracta y la música programática. La
música abstracta es nada más y nada menos que nada menos que
la combinación de armonía, melodía y ritmo y no tiene ninguna
intención extra musical, aun cuando su contenido nos pueda
sugerir cantidad de imágenes que variarán según el oyente,
aunque hay casos en que la obra pasa, se desliza, resbala y
sigue.
La programática tiene previo a la partitura
un texto, una descripción, un argumento, como “Las 4
estaciones” que es la primera obra descriptiva de la historia,
en donde es la orquesta la que narra.
¿Hay algo en la vida de Marcelo Arce
que no pase por la música?
Si, importantes pero no tanto.
Mucha gente debe pensar: Marcelo debe
estar almorzando con la música de fondo.
No, pero sabe que tengo un mecanismo que yo
puedo ir en un micro, en un taxi, y sin walkman, porque me
parece muy incómodo, digo voy a escuchar tal obra...¡y la
escucho! fantástico, no cuesta nada y la obra está.
Estamos refugiando el destino de este
“hombre música”, y que tiene sin lugar a dudas refugiado su
destino en la música.
Y en la fidelidad de la gente. Yo no sé como
voy a tributar, a responder eso. Es tan emocionante. Recuerdo
un vez en la Catedral Metropolitana gente en el piso en todos
lados para compartir, llorábamos todos, la Oda a la Alegría.
Porque eso también se da, no solo comprender buscar, indagar y
desarmar la obra, además de todo eso es emocionarse, lo que
implica reír o llorar.
¿Queda algo por descubrir en toda
esta investigación musical?
Si, sobre todo con los compositores
actuales.
Más allá de lo importante que
significa conocer todo lo que sucede en la obra. ¿Alcanzaría
con emocionarse con lo que uno pueda llegar a
entender?
En principio sí. La primera impresión es lo
que vale. Sentir, como decían la viejas tías, que la música
nos transporta. Luego lo otro nos dará una mejor valoración de
la obra, conocemos mejor el bosque y podemos indagar en la
obra y el disfrute es maravilloso.
Conocimos un poquito más de lo mucho
que quedará por conocer y que está en las posibilidades que
nos queda por conocer y que nos brinda Marcelo Arce en sus
programas y ciclos de divulgación musical, en sus grandes
presentaciones.
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